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Rituales, Sergio Garval

Rafael Pérez y Pérez

La vista siempre debe aprender de la razón. 


Johannes Kepler

Sergio Garval retrata a través de su obra escenas colectivas o conglomerados situados entre vida y teatro, repletas de personajes anónimos y llenas de sutilezas y ambigüedades, ligando la imagen a la transitoriedad, mediante formas descoyuntadas poderosamente espontáneas, que podrían situarse dentro de un planteamiento goyesco, en el que se reconoce el drama agudo, franco y expresivo de la condición humana; así como la visión negativa de la experimentación vital, la indefensión, la soledad y el sarcasmo, que dotan de gran sentido trágico a la representación existencial del hombre.

En su obra puede apreciarse el enérgico empleo de la luz y del color, para conseguir ambientes de gran violencia formal y de contenido. En ella se aprecia la intención de liberación para transferir al trabajo sentimiento y subjetividad en predominio sobre la razón, expresando así emociones desgarradoras.

Sergio Garval es creador de un discurso personal y postmoderno que podría situarse dentro del neoexpresionismo, en el que poética y agudeza se conectan imprescindiblemente, para revelarnos la paradoja que se establece entre la subjetividad y la objetividad, ofreciéndonos una dilogía visual de amplios significados, cargada de yuxtaposiciones e imágenes metafóricas poderosamente intuitivas, que nos permiten huir para instalarnos en un mundo artificial no idealizado. A pesar de su aparente veracidad, abre en su obra la puerta de la locura y la pasión, propias de la condición humana, para alejarlo de lo convencional.

Garval es un artista poseedor de una visión profunda y trágica, así como de un lenguaje de complejidad compositiva y pictórica, en el que recoge las lecciones de un realismo de carácter emocional y expresivo, para manifestar un deseo incontenible de devastar y examinar la expresión del ser, a través de la deformación de las imágenes, transmitiéndonos la otra verdad, la suya, poblada de personajes grotescos que rozan a lo caricaturesco; entes poseedores de un irónico sentido del humor, en los que cada detalle ilógico agregado a través de sus deformaciones, producto de su fabulación plástica, delatan una mirada diestra en captar los valores del entorno adyacente, el que sí existe. Poniendo así de manifiesto su libertad absoluta para reproducir y distorsionar a través del dominio técnico en el que establece un diálogo entre los elementos formales y conceptuales.

Para Sergio Garval “los personajes participan en diferentes contextos, que los vinculan en una acción obsesiva de un acto, en algunos casos repetitivos. El acontecimiento, las circunstancias y las situaciones se convierten en manifestaciones rituales”.

Esa teatralidad en la que Sergio Garval funda sus imágenes, tiene su origen en la herencia griega procedente del mundo ritual, la cual aporta a esta muestra la idea propia de la contemplación y especulación del que acude, el impacto y la reflexión de la creación plástica. Es así como podemos decir que a través de su obra, como toda expresión que se convierte en lenguaje, busca en la imagen ritualizada, analógica y cíclica, aquella que se contagia de magia, generando un artificio ajeno al criterio de veracidad.

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