Ozymandias
Por la manera en que manipula la materia pictórica sobre el lienzo, o por su violenta maestría para tallar la madera y aderezarla exquisitamente con chatarra, lo que fija en la memoria la destreza creativa de Sergio Garval no es tanto la visión de un apocalipsis ya palpable en ciertos territorios; primordialmente, el diálogo con las obras de este artista seduce al participante por su resolución poética ante el desastre, y por su capacidad para establecer en un tiempo de penuria una habitación propia, digna de alojar a una humanidad que no sabe cómo establecer —después de tantos milenios— su residencia en la tierra.
Jorge Pech
La silla
La obra de Sergio Garval tiene la cualidad de tocar los espacios vetados de la sociedad. Los personajes que habitan su trabajo nacieron en un mundo muy diferente al que hoy habitan. Como seres mutantes de espacios ahora depauperados, cada uno de ellos sabe a la perfección el papel que debe desempeñar en este nuevo mundo extraño en el que ahora existen.
Llenos aún de vitalidad y preparados para ser una parte armónica del paisaje, encontramos que ninguno de ellos está agonizante. Si acaso sus cuerpos y vestimentas delatan una extraña depauperación que se separa de su ánimo protagónico. En cada escena, en cada caso, todos quienes aparecen en estas obras juegan un claro papel para el que parecería que han ensayado por años.
Santiago Espinosa de los Monteros